sábado, 28 de octubre de 2017

EL CENTRO MUNICIPAL INTEGRADO DEL LLANO CONTINÚA, EL MARTES 31 DE OCTUBRE, LA PROGRAMACIÓN DEL TERCER CUATRIMESTRE DEL 2017 DE SU FORO DE FILOSOFÍA POPULAR CON UNA REFLEXIÓN FILOSÓFICA SOBRE LAS ESTADÍSTICAS AQUÍ Y AHORA (MÁS ALLÁ DEL «REDUCCIONISMO MATEMÁTICO» DE LA VIDA?)

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El Centro Municipal Integrado de El Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón), en su sesión del mes de Octubre-2017 (Martes, 31, a las 19’30 horas)  del Foro Filosófico Popular “Pensando aquí y ahora” abordará el tema «La filosofía ante las estadísticas aquí y ahora: Más allá del “reduccionismo matemático” de la vida». La sesión se plantea como reflexión general y concreta que parte del hecho histórico de un nacimiento y desarrollo  interconectado de filosofía y matemáticas (ciencia, en general) en la antigüedad clásica..  En efecto, el primero de los protofilósofos presocráticos, Tales de Mileto (Mileto, hacia el 620- 546 a.N.E.​), era bien conocido por sus descubrimientos matemáticos (como el Teorema que, de forma poco cabal, lleva su nombre), frecuentemente asentados sobre prácticas de agrimensura (a las que retornaban con ventaja funcional… Y para Pitágoras de Samos (Samos,​ Islas Espóradas Orientales, hacia 569-Metaponto, Bernalda, 475 a.N.E.) y sus discípulos de la Escuela de Crotona (también discípulas, pues fue la primera escuela de conocimiento de la antigüedad en contar con mujeres) no era ya sólo que el mundo estuviera escrito en lenguaje matemático, como diría más de veinte siglos después Galileo Galilei (Pisa, Toscana, 1564- Arcetri, Toscana, 1642), sino que directamente estaba hecho de objetos matemáticas, de números: de puntos (el uno), líneas (el dos), planos (el tres) y volúmenes (el cuatro); números cuya suma, en medio del aire místico de la escuela, remitía al 10 (1+2+3+4), la sagrada Tetractys (Τετρακτύς) cuyo símbolo es un triángulo formado por cuatro filas de puntos en reducción… Y, en la institucionalización de la fisosofía, Platón (Atenas o la Isla de Egina, 427- 347 a.N.E.), que tenía fuerte ascendencia pitagórica a través de su amistad con Arquitas de Tarento (hacia el 430- 360 a.N.E.), hizo que figurase en el friso de su Academia (fundada en el 387 a.N.E.) el lema “No entre el que no sepa geometría” (ἀγεωμέτρητος μὴ εἰσίτω).
Resultado de imagen de El Roto sobre las MatemáticasEn suma, nos dice el profesor de ciencias matemáticas y de filosofía en la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, Pensilvania, Estados Unidos) Jeremy Avigad que “El conocimiento matemático ha sido considerado por mucho tiempo como un paradigma del conocimiento humano con verdades que son a la vez necesarias y ciertas, por lo que dar una explicación del conocimiento matemático es una parte importante de la epistemología. Los objetos matemáticos, tales como los números y los conjuntos, son ejemplos arquetípicos de abstracciones, dado que el tratamiento de tales objetos en nuestro discurso es como si fueran independientes del tiempo y el espacio, encontrar un lugar para los objetos de este tipo en un marco más amplio del pensamiento es una tarea central de la ontología, o metafísica. El rigor y la precisión del lenguaje matemático depende del hecho de que está basado en un vocabulario limitado y una gramática muy estructurada, y las explicaciones semánticas del discurso matemático a menudo sirven como punto de partida de la filosofía del lenguaje. Aunque el pensamiento matemático ha demostrado un alto grado de estabilidad a través de la historia, su práctica también ha evolucionado con el tiempo, y algunos desarrollos han provocado controversia y debate; clarificar los objetivos básicos de esta práctica y los métodos apropiados es, por lo tanto, una tarea metodológica y fundacional importante, situando la filosofía de las matemáticas dentro de la filosofía general de la ciencia”. Para Bertrand Russell (Introduction to Mathematical PhilosophyCapítulo 1, 1918), por su parte, las matemáticas son un estudio que, cuando se parte de sus partes más comunes, puede llevarse a cabo en cualquiera de dos direcciones opuestas: la búsqueda de la expansión del propio conocimiento. Por un lado, y, por otro, la dotación de sólidos fundamentos. Tal distinción, no obstante, no radica en la materia objeto de estudio, sino en la actitud mental de quien la estudia... Para expresarlo de otro modo, tal y como necesitamos dos tipos de instrumentos, telescopio y microscopio, para ampliar nuestras capacidades visuales, también necesitamos dos tipos de instrumentos para la ampliación de nuestras capacidades lógicas: una para hacernos avanzar hacia las matemáticas superiores, y la otra para permitirnos volver la mirada hacia los fundamentos lógicos de cuanto estamos inclinados a dar por sentado en las matemáticas: mediante el análisis de las nociones matemáticas ordinarias iremos adquiriendo una nueva perspectiva, nuevos poderes y nuevos medios para llegar a nuevos temas matemáticos más complejos, pero ello exigirá que toda adopción de nuevas líneas de avance, recupere nuestro viaje hacia atrás, para revisar y cimentar rigurosamente los fundamentos… En las palabras de Imre Lakatos (“Infinite regress and foundations of mathematics”, en Mathematics, science and epistemology (Imre Lakatos: Philosofhical Papers, Vol. 2). Editado por John Worrall y Gregory Currie, 1978: 4): «Al discutir los esfuerzos modernos para establecer los fundamentos del conocimiento matemático, uno tiende a olvidarse que son solo un capítulo en el gran esfuerzo para superar el escepticismo a través del establecimiento los fundamentos para el conocimiento en general. El objeto de mi contribución es mostrar la filosofía matemática moderna como profundamente insertada en la epistemología general y como siendo sólo entendible en ese contexto [El énfasis es del propio Lakatos.]
Resultado de imagen de Forges sobre las MatemáticasNuestro Miguel de Guzmán lo tiene muy claro (“Filosofía y matemáticas”: http://www.mat.ucm.es/catedramdeguzman/drupal/migueldeguzman/legado/historia/matematicaEnLaCulturaHumana/02matyfil ): «Pero hay otros aspectos interesantes de la matemática que atraen de modo natural al filósofo. La dinámica interna del pensamiento matemático, la lógica de su estructura, simple, tersa, sobria, clara, hacen de ella un modelo de reflexión fiable que suscita el consenso de todos. Los filósofos interesados en aclarar los misterios del conocimiento humano han visto en el pensamiento matemático un campo ideal de trabajo donde poner a prueba sus hipótesis y teorías»… ​ Y Mario Bunge va aún más lejos y sugería ya en La ciencia, su método y su filosofía (1960) que las matemáticas son no sólo el fundamento del quehacer científico sinó también del filosófico.
Resultado de imagen de Forges sobre las MatemáticasEn realidad, durante mucho tiempo la opinión general era la que marcaba Carl Friedrich Gauss (sí, el constructor de la famosa campana de Gauss como representación gráfica de las características y resultados que que se distribuyen según una “curva normal” en la población): «La matemática es la reina de las ciencias y la aritmética es la reina de las matemáticas. Ella a menudo se digna a prestar un servicio a la astronomía y a otras ciencias naturales, pero en todas las relaciones, tiene derecho a la primera fila»… Una primacía que, como señala por ejemplo José Luis Gómez Pardo (“Observaciones sobre la naturaleza de la Matemática”, en Luis Puelles y otros, edición de Wenceslao J. González: Aspectos Metodológicos de la Investigación Científica: Un Enfoque Multidisciplinar, 1988: 127), hundía sus raíces en la tradición  platónica, en cuanto que, en ella, son las matemáticas el origen y fundamento de la teoría de las formas o ideas, siendo la idealización/abstracción de los entes matemáticos la que inspira y se transforma en la idealización de los entes físicos y psíquicos: la verdad matemática, por su invariabilidad en el tiempo, es el modelo a seguir en todo conocimiento intelectual, y el método deductivo, que partiendo de axiomas y definiciones llegaba a la demostración de teoremas, servía de prestigioso modelo de razonamiento a todo saber. Vemos así como en el diálogo platónico doctrinal Menón o de la Virtud, el personaje Sócrates ejerce la mayéutica para,  a través de preguntas y respuestas, lograr que un esclavo tracio alcance por su propio razonamiento una verdad matemática; toda una exposición/demostración, en “relato  popular”, de cómo las matemáticas están en el alma humana, ya que en ella está presente el logos que gobierna el mundo material mediante las proporciones aritméticas y geométricas, por lo que sólo se requiere la introspección (anamnesis, ἀνάμνησις, porque “conocer es recordar”) para volvernos conscientes de ese saber interno. Es la posición conocida como realismoplatonismo o realismo platónico y «de manera muy esquemática, puede sintetizarse en la creencia de que los objetos matemáticos son reales y su existencia es un hecho objetivo e independiente de nuestro conocimiento de los mismos.... existen fuera del espacio y del tiempo de la experiencia física y cualquier pregunta significativa sobre ellos tiene una respuesta definida. Así el matemático es, en este sentido, como un científico empírico que no puede inventar ni construir sino solo descubrir algo que ya existe».
Sin embargo, a finales del siglo XIX todo cambió con el inicio de la llamada crisis de los fundamentos que Javier De Lorenzo (La matemática: de sus fundamentos y crisis, 1998) nos presenta así: «La imagen tradicional de las matemáticas (formal e infalible) fue cuestionada a raíz de la llamada "crisis de los fundamentos de las matemáticas", que sucedió en el siglo XIX. Dicha "crisis" se originó principalmente por dos descubrimientos: primero el de las geometrías no euclidianas y, segundo, el de la teoría de los conjuntos.»… Ampliándolo desde la perspectiva del propio José Luis Gómez Pardo (Op.cit.: 125- 156): Hasta bien entrado el siglo XIX, la geometría era universalmente considerada la rama más firme del conocimiento... La Geometría era, simplemente, el estudio de las propiedades del espacio. Estas se manifestaban como verdades objetivas, universalmente válidas para la mente humana. Durante el siglo XIX sucedieron “varios desastres que iban a cambiar completamente esta situación. El primero fue el descubrimiento de geometrías no euclídeas, al que inmediatamente siguió otro desastre mayor: el desarrollo del análisis por caminos contrarios a la intuición geométrica (curvas que llenan el espacio, funciones continuas no diferenciables, etc) lo que puso de manifiesto la gran vulnerabilidad del único fundamento que hasta entonces tenían las Matemáticas: la intuición geométrica. Esto era una auténtica catástrofe puesto que en algún sentido implicaba la pérdida de la certeza, no solo en la Matemática sino en todo el conocimiento humano… Se pensó entonces buscar otra “base segura” para fundamentar las Matemáticas, y así Dedekind y Weierstrass mostraron como era posible construir el análisis -el continuo- a partir de la Aritmética. Parecía que todo volvía a estar en orden, pues nadie dudaba de la certeza proporcionada por nuestra intuición de contar y así los números enteros serían la nueva base segura para todo el edificio matemático... En matemáticas, el Programa de Hilbert [formulado por el matemático alemán David Hilbert en la década de 1920] fue una solución propuesta ante la crisis fundacional de las matemáticas, en épocas en que en los primeros intentos por clarificar los fundamentos de la matemática contenían paradojas e inconsistencias. Como solución, Hilbert propuso basarse en todas las teorías existentes para formar un conjunto de axiomas finito y completo, y proveer prueba de que esos axiomas eran consistentes. El alemán propuso que la consistencia de sistemas más complicados, como el análisis real, podrían ser probados en términos de sistemas más simples. Últimamente, la consistencia de toda la matemática puede ser reducida a aritmética básica… No obstante los teoremas de incompletitud de Gödel [formulados por el matemático austrohúngaro Kurt Gödel] demostraron en 1931 que el programa de Hilbert era inalcanzable. En su primer teorema mostró que cualquier sistema consistente con un conjunto computable de axiomas, capaz de expresión aritmética nunca puede ser completo: es posible construir una afirmación que puede ser demostrada como verdadera, pero no puede ser derivada de las reglas formales del sistema. En su segundo teorema, Gödel mostró que un sistema como aquel no podría probar su propia consistencia, de modo que tampoco puede ser usado para probar la consistencia de nada más fuerte [esto contradijo la suposición de Hilbert de que un sistema finitista podía ser usado para probar la consistencia de una teoría más fuerte]… Pero el intento de fundamentar rigurosamente la Matemática iba a ser llevado un paso más lejos por Frege, quien comenzó un ambicioso programa para basar las Matemáticas en la Lógica, a través de la Aritmética. Este fue el punto de partida de la escuela logicista que más tarde seria continuada por Russell y Whitehead. La idea logicista consistía en demostrar que la Matemática clásica era parte de la lógica, de modo que una vez culminado su programa podría asegurarse que la Matemática estaba libre de contradicción al menos en la misma medida que la propia lógica. Sin embargo, ya en ese momento se habían hecho unos descubrimientos que iban a sacudir completamente este optimismo dejando de nuevo a la Matemática sin fundamentos seguros. En efecto, la construcción del continuo a partir de la Aritmética se basaba en la Teoría de Conjuntos de Cantor, que también había sido utilizada por Frege en sus fundamentación de la Aritmética. Pero la teoría de Cantor, y en particular su hipótesis básica sobre la existencia de conjuntos encerrada en su definición: “un conjunto es cualquier colección de objetos distintos de nuestra intuición o nuestro pensamiento”, que puede ser traducida por “cualquier condición determina un conjunto”, iba a revelarse inconsistente.
Resultado de imagen de Chistes sobre las Matemáticas«Esa crisis dio origen a varias tentativas de resolución, lo que, a su vez, dio origen a tres corrientes principales: las escuelas intuicionista, logicista y formalista (esa es la visión general o común, algunos incluyen otras escuelas, tales como el fenomenalismo de Husserl​). Argumentalmente esas tentativas fueron infructuosas lo que dio origen a otras escuelas, tanto derivadas de las anteriores  ​como de otras percepciones básicas -por ejemplo, del empirismo. Sin embargo, y argumentablemente, la situación todavía no se ha resuelto del todo.» (ver, por ejemplo, S. Lindström, E. Palmgren, K. Segerberg, y V. Stoltenberg-Hansen (editores): Logicism, Intuitionism, and Formalism: What Has Become of Them?, 2009).​ Ferran Mir Sabaté sintetiza (“La polemica intuicionismo formalismo en los años 20”, en Cuaderno de Materiales 23, 2011: 557-574): «Las discusiones posteriores sobre la filosofía matemática (la metamatemática) ilustrarán las distintas concepciones de la disciplina. Durante los años 20s se desarrollará un profundo debate sobre las bases de las matemáticas que, a pesar de su cierre aparente, sigue vigente en nuestros días».
Resultado de imagen de Chistes sobre las MatemáticasAsí, que, en medio de tanta crisis de fundamentos y del fracaso relativo de distintos ensayos de solución metamatemática, comienza a florecer, sin resistirse casi nunca a las tentaciones instrumentales, lo que algún Catedrático de Ciencias Matemáticas definía con ironía como “una rama de la Teología”, la Estadística… Algo, por cierto, muy útil (sobre todo para quienes pretenden controlar los procesos) en tiempos de progresiva mundialización capitalista, en los que todo está presidido por la ley de los grandes números, en las que anticipar tendencias supone ventajas de mercado, en las que lo macroeconómico (y lo macro, en general) se impone a lo microeconómico (y a lo micro, en particular), en los que el fenómeno migratorio se torna en un problema de flujos y no de personas con necesidades vitales… De ahí lel progresivo perfeccionamiento de instrumentos para la medida de correlaciones que se aplican luego a fenómenos en función de intereses comerciales, evitando cuidadosamente la atención a variables intermediarias relevantes (por ejemplo, entre hábitos de consumo asociados, sin atender a sus posibles “daños colaterales” económicos o físicos); del cálculo preciso de los márgenes de error en encuestas utilizadas para la proyección resultados electorales (entendidos como “consumo político”) o de otros tipos de consumo, eludiendo impactos de situación coyuntural o manipulando muestras… En un mundo en el que nos levantamos cada día, acaso maldiciendo nuestra propia somnolencia (tras haberse pasado la noche anterior en embobado deleite ante el ascenso de la insignificancia, Castoriadis dixit, quintaesenciado en cualquier subproducto televisivo al uso) y las exigencias del curro (o la maldición del paro), bajamos a la calle y acaso encuentramos algún “transeúnte menesteroso” maldurmiendo tpdavía  en algún banco (de los de madera) mientras otros “indigentes de caché” van despertando y desocupando los rincones más propicios al “descanso alternativo” (soportales, techumbres más o menos precarias o “acogedores umbrales” con cajero automático de los otros bancos) envueltos en sus cobijas de cartón y con su exiguo equipaje de harapos como almohada, para dejar esos espacios libres al tránsito de la “población normalizada” (no por Gauss, o acaso un poco); si tenemos tiempo para tomarnos un café, seguramente alguien, con el que nadie habla si no es para echarle con cajas destempladas del local (¡al fin y al cabo es una molestia, abstracta, que sólo se podrá convertir en una persona, concreta, a través de algún incidente o delito!), dejará junto a nuestra taza una tarjeta presuntamente llena de penurias que no nos molestaremos en leer; y, después, de pelearnos (calladamente) con el despotismo de nuestros jefes y de imponer (sonoramente) nuestro “docto parecer” a nuestros subordinados, y/o después de enfrentarnos gallardamente a los sinsentidos administrativos y los mantras evasivos de cualquier servicio de atención al cliente, al regresar a casa nos toparemos, mientras hacemos las últimas compras del día, con unos “mendigos de supermercado” luciendo su puesto preferente (acceso a algunas monedas de las vueltas, a algún producto de primera necesidad que lava “malas conciencias burguesas”, a alguna compensación por sujetar una mascota mientras sus dueños hacen consumo,…); y ya, al acercarnos a nuestra casa nos cruzaremos con varios seres, de sexos, edades y etnias diversas pero una común apariencia mísera, abriendo y revolviendo contenedores de basura (“a veces, con un poco de suerte, es posible encontrar algo de justicia en la basura”, El Roto dixit)… Antes, en medio y después de la jornada nos salpicarán de todos los medios de comunicación posibles con “estadísticas sobre la realidad” capaces de legitimar, según quién las use, que “todo va bien, dentro de lo que cabe, y vivimos en el mejor de los mundos posibles” o “todo va fatal, hasta extremos insoportables, y es necesario y urgente un cambio radical”… En realidad, en unas y otras estadísticas, en ambos mantras irreconciliables, hay algo común: se difuminan todas esas injusticias concretas y cotidianas, todos esos seres con nombre e historia (y hasta nosotros mismos), bajo la frialdad de la estadística… Porque la estadística, en su afán de rápida princelada omnicomprensiva, supone siempre una “naturalización” del estado de cosas (el orden o el caos de este mundo, según se mire); y lo hará con afán muy preciso. Para crear necesidades o fomentar actitudes, para asentar principios o demonizar identidades; para dar ”base científica (numérica, matemática)”, en fin, a las creencias que forman parte del imaginario colectivo. Para vender (por ejemplo, la convicción de que los cítricos son la principal fuente de vitamina C procede de la crisis de su venta en época del descubrimiento de dicha vitamina, ligada al ácido ascórbico, hace ochenta y cinco años: las campañas basadas en “bases científicas· eludieron, claro, señalar que existen otras fuentes mucho más efectivas, con aporte de más vitamina C natural por unidad de peso, como los pimientos o las coles de Bruselas, que aportan el doble, el perejil, que lo cuadriplica, o, entre las propias frutas, las fresas, la frambuesa, la grosella, el kiwi o la papaya aportan bastante más), para “legitimar” decisiones y reclamaciones políticas (veremos, por ejemplo, como quienes quieren inversión pública en la atención a alguna de las llamadas “enfermedades raras” lo harán utilizando los números absolutos de personas, ciudadanas del país, que la padecen e incluso algún caso concreto con nombres y apellidos; mientras quienes se encargan de la gestión económica de la sanidad pública utilizarán siempre porcentajes de incidencia en la población total, siempre bajísimos por la propia definición estadística del concepto de “enfermedad rara”), para dar carta de naturaleza a orientaciones macroeconómicas globales (como cuando el Fondo Monetario Internacional, en el Capítulo 4 de su Informe sobre la estabilidad financiera mundial 2012, aborda el problema del incremento acelerado de las que  la terminología buenista de la ONU llama “las personas de edad” advirtiendo que “la prolongación de la esperanza de vida acarrea costos financieros” para toda la economía: a través de los planes de jubilación y la Seguridad Social para los gobiernos, a través de los planes de prestaciones definidas para las empresas, a través de la venta de rentas vitalicias para las compañías de seguros, a través de obstáculos para el acceso a prestaciones garantizadas para la ciudadanía, calculando, en proyección estadística de trazo grueso, que, si la esperanza de vida aumentase de aquí a 2050 tres años más de lo previsto, los costes del envejecimiento poblacional, “que ya son enormes”, se incrementarían en un 50%, “son docenas de billones de dólares”, para “legitimar” con más precisión sus recomendaciones  a los países para que “neutralicen financieramente los peligros de vivir más años de lo esperado” para lo que “es necesario combinar aumentos de la edad de jubilación [bien por imposición del gobierno o de forma voluntaria] y de las contribuciones a los planes de pensiones con recortes de las prestaciones futuras”, porque “si no es posible incrementar las contribuciones o subir la edad de retiro, posiblemente haya que recortar las prestaciones”; y, ¡voilà!, el primer paso urgente para ejecutar ese plan de acción debería ser “que los gobiernos reconozcan que se encuentran expuestos al la longevidad, y, a partir de ahí, se muestren prestos para “adoptar métodos para compartir mejor el riesgo con los organizadores de planes de pensiones del sector privado y los particulares”, y, por ende, “recurrir a los mercados de capital para transferir el riesgo de longevidad de los planes de pensiones a quienes tienen más capacidad para gestionarlo”)... Bien, vemos que la estadística es usada torticeramente como base legitimadora de políticas de consumo ligadas a intereses de producciones concretas, de políticas sanitarias de desatención selectiva, de políticas globales de demonización de fenómenos (que convierten, por elemplo, la longevidad en un riesgo, en “una carga insoportable para la sociedad” y en “una rémora para su desarrollo”) capaz de esencializar principios meramente ideológicos (“la gestión privada siempre es más eficiente que la pública”) que en realidad no son sino una falaz petición de principio…  Pero también, como apuntamos más arriba, puede ser manipulada de diversos modos (véase, por ejemplo, Cómo mentir con estadísticas, 1982, de Darrell Huff) al servicio de intereses bastardos (ocultando variables intermediarias relevantes en estudios correlacionales al servicio de intereses meramente comerciales, mangoneando muestras y poblaciones en encuestas para distorsionar resultados según el interés de quien las encarga,…)… O, simplemente, acumulando tal número de datos y cifras en el discurso público que lo tornen ininteligible salvo para un versado especialista (problema acrecentado por una endeblísima formación estadística de la ciudadanía, como apuntaba ya John Allen Paulos en El hombre anumérico: El analfabetismo matemático y sus consecuencias, 1988). Así que, como autodefensa, desconfíese, en primer lugar, de todo discurso público o mediatico que oculte su imaginario social bajo rutilantes y profusos ropajes estadísticos (el propio Paulos divulgó orientaciones muy útiles al respecto para quien consume noticias en Un matemático lee el periódico, 1995)…
Pero, ante un poder que se manifiesta aquí y hora, primero y ante todo, como poder simbólico, imponiendo los grupos dominantes los significados acordes con sus intereses para construir representaciones de la realidad coherentes con su posición de dominio… ¿Cómo resistir y denunciar el imaginario de esta opresión simbólica, de esta sutil forma de multialienación del mundo globalizado que no duda en adornarse con ropajes estadísticos como instrumento de legitimación?. Y, ¿cómo socializar la ciencia matemática (y la estadística, en particular) para resistir y evitar su perversión y su prostitución en el discurso político al servicio de los imaginarios hegemónicos de lo establecido?... Si, como soñaron los racionalistas y John Allen Paulos acaba diciendo, La vida es matemática (Las ecuaciones que explican los avatares de nuestra biografía, 2015), ¿cómo convertir ese saber en “un arma cargada de futuro” (que diría Pablo Milanés) capaz de denunciar sus propios usos torticeros para evitar que los objetos matemáticos aplasten los hálitos y esperanzas de los sujetos humanos?.

Resultado de imagen de El Roto sobre las MatemáticasTodo ello será desarrollado, en sus aspectos conceptuales básicos y ejemplos problemáticos, por el propio coordinador del Foro, José Ignacio Fernández del Castro (Profesor de Filosofía de Secundaria). Como siempre, se facilitará a las personas participantes documentación sobre el tema abordado (incluyendo el guión de la sesión, recomendaciones bibliográficas y cinematográficas, e informaciones de interés), en un dossier elaborado por el coordinador del Foro. Tras su intervención (e, incluso, durante la misma) habrá un debate general entre todas las personas presentes. La sesión (que se celebra en relación con el Día Mundial de la Estadística, 20 de Octubre) tendrá lugar en el Aula 3 de la Segunda Planta, con asistencia libre.

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