viernes, 23 de septiembre de 2016

EL CENTRO MUNICIPAL INTEGRADO DEL LLANO INICIA LAS PROGRAMACIÓN PARA EL TERCER CUATRIMESTRE DE 2016 DEL FORO DE FILOSOFÍA POPULAR (27 DE SEPTIEMBRE) CON UNA REFLEXIÓN SOBRE LA FILOSOFÍA ANTE EL RETORNO DE LA BENEFICENCIA AQUÍ Y AHORA (¿CARIDAD PRIVADA O CAPACITACIÓN PÚBLICA?)



 Resultado de imagen de Chistes sobre Beneficencia y caridad
El Martes, 27 de Septiembre de 2016, a las 19’30 horas,  en el Centro Municipal Integrado de El Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón), se desarrollará la sesión mensual del Foro Filosófico Popular “Pensando aquí y ahora” que, como inicio del tercer cuatrimestre, abordará el tema «La filosofía ante el retorno de la beneficencia aquí y ahora: ¿Caridad privada o capacitación pública?». La sesión se plantea como reflexión general y concreta sobre hechos como los que marcan nuestro presente inmediato: mientras los muchos se mueren de hambre (si logran sobrevivir a las guerras persecuciones, pandemias, explotaciones laborales y tantas formas de miserabilización que precarizan su vida) y los pocos se hastían en su propio despilfarro, hasta la vieja Europa, cuna de las mejores revoluciones, de los mejores valores, de las más asentadas democracias, restringe el derecho de libre circulación por el llamado “espacio Schengen” (mucho más por los países que están fuera del mismo) a cualquier avalancha de refugiados que se considere demasiado tumultuosa, por muy benemérita que pueda parecer su demanda de asilo… Las presiones del refugio económico (exteropr o interior) ante un mundo profundamente injusto en el reparto de la riqueza,  desmienten ya, incluso en los países de mayor “tradición acogedora”, como Francia o Estados Unidos, la venerable placa de bronce que se añadió en 1903 a la neoyorkina Estatua de la Libertad (La Libertad Iluminando el Mundo, regalo del gobierno francés para conmemorar elResultado de imagen de Gila y  la Beneficencia centenario de la Declaración de Independencia norteamericana, diseñada por el escultor Frédéric Auguste Bartholdi con estructura interior del ingeniero Alexandre Gustave Eiffel, e inaugurada el 28 de Octubre de 1886) con el final del soneto de de Emma Lazarus: «"¡Guardaos, tierras antiguas, vuestra pompa legendaria!" grita ella./  "¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres./ Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad./ El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas./ Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades, a mí!./ ¡Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!"»... Un mensaje de esperanza que parece haber perdido todo sentido cuando ya nadie parece estar dispuesto (en nombre del nuevo principio supremo de la seguridad) a abrir puertas, ni doradas ni herrumbrosas, ante quien busca simplemente una opción de vida mínimamente digna en este mundo... La dichosa crisis económica (más propiamente, estafa financiera global), lejos de los alientos iniciales de cambios en un sistema (ese capitalismo globalizador con su propensión especulativa convertida, mediante la llamada revolución de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, en una insoportable financiarización de la economía mundial), parece claro que fue, es y será pagada, una vez más y de forma más escandalosa que nunca, por quienes nada han tenido que ver en su generación (aunque los gobiernos, en su papel de fieles testaferros del poder económico, los acusen, nos acusen, ahora de haber vivido “por encima de sus posibilidades”,; o sea, exactamente en las posibilidades que ellos mismos les ofrecieron)... Los países económicamente desarrollados (y subdesarrollantes) del llamado Norte, mal que bien, atisban una salida Resultado de imagen de Beneficencia y caridadafincada sobre las subvención de los grandes intereses económicos con dinero público, mientras los países económicamente subdesarrollados (y desarrollantes) del llamado Sur (incluyendo a algunos de los llamados emergentes) ven como se alejan las menguadas esperanzas contenidas en los Objetivos del Milenio… La lucha contra la pobreza y erradicación en el mundo sufre, una vez más, nuevos aplazamientos, mientras los poderes reales se refocilan en políticas más refinadas (y excluyentes) para potenciar su propia seguridad física y económica. En tal afán, nuestras autoridades (supuestos poderes públicos siempre al servicio de los amos del mundo) no les temblará el pulso a la hora de meternos en vereda, para hacernos más fuertes en el sufrimiento creciente, para rebajar los humos de nuestros pretendidos derechos... Vamos, todas esas cosas que se hacen por nuestro bien: quitarnos dinero, quitarnos la vivienda, quitarnos un poquito de salud y educación cada día, quitarnos atención a nuestras dependencias; quitarnos, en fin, un poquto de vida... ¡Loable empeño que, sin duda, hará a quienes logren sobrevivir mucho más resistentes ante la adversidad!.
No deja de resultar curioso ese empecinamiento europeo en esa teología del ajuste y el recorte precisamente ahora, cuando hasta sus viejos valedores, como el nada revolucionario Fondo Monetario Internacional o las autoridades económicas norteamericanas (con la Presidenta del Sistema de la Reserva Federal, Janet Yellen, y el Presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, Jason Furman, a la cabeza) se persuaden ya, tras su larga experiencia de décadas condenando a países latinoamericanos y africanos a la quiebra, de que, sólo con recortes y sin inversión pública que anime la economía, cualquier conato recuperación económica es inviable. De hecho, hoy mismo, con políticas económicas expansivas, la economía norteamericana está creciendo un 4’2% frente al crecimiento nulo de la eurozona de los ajustes (o del 0’2% del Producto Interior Bruto si consideramos la Unión Europea en su conjunto).
Pero, además, el propio tratamiento, por ejemplo, de la educación o la salud como un medio para fines externos a la propia ciudadanía que recibe (o no) los servicios que las articulan (desarrollo económico, mejora de la competitividad de las industrias nacionales, constitución de una oferta adecuada y flexible ante las demandas cambiantes del mercado laboral, mantenimiento de la primacía de determinados colectivos frente a otros, o cualesquiera otros de esos que tan gratos resultan hoy a las bocas y oídos neoliberales), constituye, en la práctica, su negación como derechos, y su conversión en bienes en el mercado, porque convierten, en la práctica, el nivel de acceso posible de cada cual a las prestaciones educativas y sanitarias en un bien patrimonial más que se añade a sus posesiones (vivienda, electrodomésticos o vehículo) como símbolo de status Y es por ello que las tensiones privatizadoras que sufren estos derechos básicos marcan, en primer lugar, el camino hacia su disolución como tales, y, por añadidura, son un signo palmario de la ínfima calidad democrática de nuestros sistemas políticos al sustentarse de los discursos que sitúan el desarrollo en la aplicación de los derechos humanos (en sus tres generaciones: derechos civiles y políticos, derechos sociales y laborales y derechos relativos a la paz y el medio ambiente) a las legislaciones nacionales como una suerte (o desgracia) de lastre para la “viabilidad (económica) del mundo”, de “carga insoportable para una sociedad”, de “rémora para el desarrollo económico”. Un discurso y unas prácticas sociopolíticas, en fin, que miserabilizan colectivos y precarizan la vida hasta asentar el sistema sobre una verdadera opresión globalizada.
Resultado de imagen de Beneficencia y caridadAsí lo muestran en suma las políticas neoliberales de ajuste que imponen, en todo el viejo mundo económicamente desarrollado, recortes drásticos del sector público que, en realidad, se transforman rápidamente en disolución de derechos básicos como el acceso a la salud (ya con datos que auguran una disminución de la esperanza de vida en España), a la educación (ya con miles de personas excluidas de un sistema educativo público en franco deterioro, por falta de apoyos o de recursos a partir de recortes en dotaciones y becas), a la protección de la dependencia (ya casi paralizada por la drástica reducción de recursos), a la vivienda (ya con cientos de miles de familias desahuciadas por unos bancos sostenidos con dinero público), al trabajo (ya con un proceso de precarización galopante que convierte el empleo digno en un artículo de lujo)... Y, en definitiva, en una privatización de los derechos (quienes quieran salud, pensiones o atención a sus dependencias que se las compren en los mercados correspondientes,... ¡si es que pueden!) que supone un proceso planificado de precarización de la vida para la inmensa mayoría de la población (abocada a la caridad o la beneficencia cuando no puede acceder a esos mercados)... ¿Es aún posible, aquí y ahora, y contando con la indefensión aprendida por la ciudadanía del presente, mantener un mínimo de cohesión social para no seguir alimentando ese proceso?... ¿Es posible hablar siquiera de seguridad o de paz social en medio de esta opresión globalizada que dinamita cualquier atisbo de bienestar universal?-
Resultado de imagen de Sociedad de BeneficenciaEvidentemente, resulta necesario y hasta urgente derivar estps interrogantes hacia una reflexión compartida, hacia un debate público sobre la moralidad y viabilidad humana de sus consecuencias políticas y sociales (más allá del mero cálculo económico, porque, como diría Antonio Machado, “sólo el necio confunde valor y precio”), intentando alumbrar algunas vías de resistencia posible ante las mismas (desde esa solidaridad entre iguales, que tanto ha florecido y en tantas formas ante la crisis/estafa, hasta la exigencias políticas como el salario social o la renta básica). Pero, por otra parte, la disolución del viejo conflicto Este/Oeste ha dejado expedito el camino hacia el poder real (y hacia los imaginarios colectivos que deriva) al neoliberalismo rampante, que, con su “discurso único” trata de legitimar las políticas de ajuste estructural  (en realidad, la transferencia al sector privado de toda actividad susceptible de ser convertida en negocio, bajo el principio de “privatizar las ganancias y socializar las pérdidas –ya sea mediante la acción  residual de los Estados, cuando se trata de empresas o entidades financieras que ven frustrado su “afán emprendedor”, o, cada vez con mayor frecuencia e intensidad, de la mera solidaridad colectiva, cuando se trata de personas que ven precarizada su vida-“) que vienen imponiendo de hecho, en lo global y en lo local, actos y prácticas que violan sin recato los principios que articulan la mismísima Declaración Universal de los Derechos Humanos, desde la primera generación de esos derechos humanos (con quiebras evidentes del principio de libertad a favor del “imperio del más fuerte”), a la tercera (con quiebras del principio de solidaridad como éstas de las que hoy participan los gobiernos europeos ante los flujos de personas que huyen de la situación provocada en Oriente Próximo y Medio), pasando por la  segunda (con quiebras del principio de igualdad que suponen el desmantelamiento efectivo de los incipientes Estados del bienestar, con generación constante de “bolsas de exclusión social” que integradas en el llamado “cuarto mundo” son abandonadas a su suerte por el Estado o dejadas en manos de lo que Pierre Bordieu, en Contrafuegos: Reflexiones para servir a la resistencia contra la invasión neoliberal -1999-, llamaba “profesionales del dolor”, desde trabajadores sociales a jueces de primera instancia, pasando por el profesorado, que, vaciados de cualquier recurso y estímulo emancipador, en su trabajo con esos colectivos sólo pueden ofrecer su propio dolor como respuesta) Porque, además, todo esto sucede, claro está, en plena crisis del concepto y práctica del Estado-nación, ya sin verdadera capacidad (o haciendo dejación de ella) para administrar con la más mínima autonomía su territorio al estar en cuestión las propias ideas de Estado de Derecho, Estado Social de Derecho y el marco moderno de relaciones internacionales.
O sea que, en un mundo simbólica y mediáticamente interconectado, las inmensas mayorías de personas desahuciadas de todo apenas pueden soportar por más tiempo la ufana opulencia de los amos del mundo… Una situación para la que la supuesta necesidad de (re)educación en valores (abstractos) de tolerancia o solidaridad no es más que la perpetuación (muchas veces bienintencionada) de enfoques (una suerte de beneficencia o caridad secularizadas) que apuntalan las necesidades estructurales del sistema de desarrollo económico neoliberal, que, por ejemplo, pasa del concepto “Europa fortaleza” a replantearse una “gestión de los flujos migratorios” (no, desde luego, al debate sobre el reconocimiento universal de la libertad de tránsito y asentamiento de las personas –tal y como “generosamente” hace con los capitales-) ante las necesidades acuciantes de mano de obra de baja cualificación derivadas de sus bajos índices de natalidad y el envejecimiento de su población (que cierra el círculo de nuevas necesidades de mano de obra para trabajos asistenciales “de bajo estatus”)
Resultado de imagen de Perich y  la Beneficencia¿Cabe pues, aquí y ahora, en estas sociedades complejas, el ensayo de soluciones simples (como la exclusión y control manu militari de los excluídos) o los ejercicios de “lavado de caras y conciencias” en el discurso que apuntala imaginarios polícitcamente correctos, para los conflictos derivados del injustamente desigual reparto de la riqueza?...  La tentación excluyente en un mundo globalizado e interconectado parece vana y absurda, pues, entre otras cosas, exigirá el continuo reforzamiento de esa manu militari, el permanente levantamiento de vallas y muros más y más altos, para, ante la radicalización creciente de la opresión globalizada, resistir los inevitables brotes de insumisión de los nuevos parias, ya sin nada que perder… ¿Cómo frenar las urgencias por “buscarse la vida” allí donde estima que puede encontrarla más fácil?... ¿no es más sostenible, a medio y largo plazo, el ensayo de respuestas que, partiendo del (re)conocimiento de los procesos de exclusión, de su contexto y de nuestras responsabilidades, apuesten por la creación de las condiciones objetivas para frenarlos (con políticas públicas de capacitación) y compensarlos cuando se produzcan (con garantía de mínimos vitales) para posibilitar la convivencia simétrica a partir de la voluntad de enfrentarse colectivamente al propio conflicto?... Desde luego, el reparto actual del poder material lo torna casi utópico, pero la alternativa, lo que está ocurriendo porque se está haciendo, lo que vemos y sentimos a nuestro lado, resulta ya insoportable… Y, muy probablemente, temerario y dramático.
O dicho de otro modo, ¿cómo avanzar hacia unas verdaderas condiciones de posibilidad de erradicación universal de la pobreza como prioridad sin menguas ni aplazamientos?, ¿es posible aún, aquí y ahora, una auténtica política mundial dirigida hacia la redistribución justa, equitativa y segura de la riqueza?.
Todo ello será introducido, en sus aspectos conceptuales y básicos, por el propio coordinador del Foro, José Ignacio Fernández del Castro. para dar paso a las reflexiones sobre ejemplos problemáticos que, concretando en el aquí y el ahora (lucha contra la exclusión social y desarrollo práctico de derechos concretos sometidos a regulaciones legales de distinto tipo: dependencia, salario social, acceso a la vivienda, a la salud, o a la educación, etc.) de la cuestión general, aportará la Asociación de Lucha contra la Exclusión ALAMBIQUE.
Como siempre, se facilitará a las personas participantes un dossier, elaborado por el propio coordinador del Foro, con documentación sobre el tema abordado, incluyendo el guión de la sesión, recomendaciones bibliográficas y cinematográficas, artículos e informaciones de interés, chistes, etc..
Resultado de imagen de Chistes sobre Beneficencia y caridadTras las intervenciones (e, incluso, durante las mismas) habrá un debate general entre todas las personas presentes (recordamos que, en relación con este Foro se habrá proyectado ya, el miércoles, 21 de Septiembre, en el Cine-Forum “Imágenes para pensar”, la película Nazarín, 1959, de Luís Buñuel. La sesión, celebrada en relación con el Día Internacional de la Beneficencia (5 de Septiembre),  tendrá lugar en el Aula 3 (Segunda Planta), con asistencia libre.

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