domingo, 25 de mayo de 2014

EL CENTRO MUNICIPAL INTEGRADO DEL LLANO CONTINÚA LA PROGRAMACIÓN DEL PRIMER SEMESTRE DE 2014 DE SU FORO DE FILOSOFÍA POPULAR (27 DE MAYO) CON UNA REFLEXIÓN SOBRE LA FILOSOFÍA ANTE LA “SUBURBIALIZACIÓN POSTCOLONIAL” DE ÁFRICA AQUÍ Y AHORA (¿VIDAS A LA DERIVA EN UN CONTINENTE A LA DERIVA?)



 
El Centro Municipal Integrado de El Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón) desarrollará el Martes, 27 de Mayo del 2014, a las 19’30 horas,  la sesión mensual del Foro Filosófico Popular “Pensando aquí y ahora” para continuar su programación del Primer Semestre de 2014 abordando el tema «La Filosofía ante la “suburbialización postcolonial” de África aquí y ahora: ¿Vidas a la deriva en un continente a la deriva?»... La sesión se plantea como reflexión general y concreta que parte de hechos como el de que la inmensa mayoría de la población africana (habitante de esos países “económicamente subdesarrollados y desarrollantes” del viejo colonialismo, el Sur del Sur) sufre la amenaza de enfermedades infecciosas (que frecuentemente adquieren proporciones de epidemia) sin la posibilidad de acceder a medicamentos fácilmente accesibles para la minoría privilegiada del mundo rico (el llamado Norte o, más propiamente, los países “económicamente desarrollados y subdesarrollantes”); como el de que la inmensa mayoría de la población africana se ve envuelta en guerras y revueltas postcoloniales que, desde las ufanas y viejas metrópolis colonizadoras europeas, se califican, eludiendo toda responsabilidad en el asunto (y extendiendo un manto de silencio mediático en cuanto los conflictos se equistan), de “tribales”; como el de que la inmensa mayoría de la población africana ve los recursos naturales que siempre han posibilitado su supervivencia (mediante la agricultura, la pesca, la caza, o la minería,...) diezmados por la explotación del neocolonialismo económico (o inmovilizados por las políticas proteccionistas del Norte); como el de que la inmensa mayoría de la población africana sufre la opresión y la represión de gobiernos corruptos que actúan como más o menos dóciles testaferros de las viejas potencias coloniales o del nuevo poder económico transnacional; como el de que la inmensa mayoría de la población africana malvive (y malmuere prematuramente) en Estados malogrados, fruto del abandono vergonzante y vergonzoso de los viejos colonizadores... Hechos que, en fin, nos obligan a tratar de responder a una dolorosa cuestión clave: ¿puede una Humanidad que quiera ser digna de tal nombre convivir con una situación en la que cualquier ser humano, si tiene la dudosa fortuna de nacer en África, ve sus expectativas de vida vinculadas al sufrimiento y una muerte temprana, víctima del paludismo, la tuberculosis o el SIDA, de una “guerra salvaje”, de corruptelas y arbitrariedades institucionales, o de la carencia de estructuras básicas de salud pública (desde el agua potable a los medicamentos más elementales; desde el saneamiento público al acceso a la electricidad...)?.  Esa condena a una vida breve y pródiga en penurias se ve acrecentada por la codicia de los grandes poderes económicos transnacionales prestos al expolio de recursos naturales (desde el oro y los diamantes al moderno coltán, pasando por el petróleo, el gas, los fosfatos o las patentes sobre el patrimonio genético vegetal y animal o cualquier otro producto mercantilizable), y por las necesidades demográficas de mano de obra joven fuerte y barata de las sociedades económicamente desarrolladas (incluyendo también especialistas –médicos, por ejemplo- formados a costa de los propios Estados africanos)... África, la gran reserva natural y humana del planeta, origen de la propia especie, se ve así doblemente miserabilizada en el postcolonialismo, al sumar a los siglos de sometimiento colonial la privación ominosa de sus riquezas naturales y de sus mejores manos y cerebros... Y se convierte, así, en una especie de “continente suburbial” (una especie de Soweto dejado de la mano de las instituciones públicas sudafricanas) en al que los países (viejos y nuevos) ricos y las grandes corporaciones transnacionales sólo acuden para extraer esos recursos con el menor coste posible, aplicando ante los conflictivos hechos apuntados la simple política de “mirar para otro lado”...
¿Cómo podemos (como pueden las instituciones internacionales, los países poderosos, etc.) aceptar la inercia de esta “condena sin causa” que pesa sobre todo un continente, sobre los más a costa de la ufana opulencia de los menos?... ¿Cómo puede tolerarse, por ejemplo, que los intereses económicos de las multinacionales farmacéuticas apuesten en serio por la investigación sólo con respecto a aquellas enfermedades que se extienden al “mundo rico” (incluyendo, sobre todo, las que se derivan, como proyección psicosomática, de la propia “violencia estructural del sistema de explotación y consumo”), preteriendo cualquier esfuerzo en la lucha contra las enfermedades erradicadas de los contextos socioeconómicos desarrollados (como la tuberculosis o la malaria)?... ¿Cómo pueden supuestos “líderes espirituales” invocar principios supramundanos para sostener la negativa a medidas profilácticas elementales en la lucha contra alguna de esas enfermedades?...  ¿Cómo, en suma, seguir impasibles ante el sacrificio de un continente en una continua y violenta explotación de recursos que acabamos por disfrutar nosotros (como el coltán de nuestros móviles) a un precio tan bajo en lo económico como alto en sangre, en lo político, en lo moral...?.
Pero todo este cuestionamiento, evidentemente, no puede conformarse con su forma de lánguida queja; debe proyectarse en el análisis crítico de los grandes discursos del “pragmatismo bienintencionado”, como los ocho Objetivos del Milenio auspiciados por Naciones Unidas (y relegados por la dichosa crisis/estafa, que los náufragos de la tierra han de pagar doblemente), y la evolución de las políticas y prácticas derivadas, para tratar de pergeñar las líneas de fuerza (ideas, políticas, acciones colectivas y comportamientos individuales) más coherentes con la integración de África en una verdadera ciudadanía planetaria. Porque no podemos aceptar, como parte de la Humanidad, que, mediante tanto expolio, se niegue el futuro a todo un continente.
Todo ello será presentado en su marco de problemas básicos por el propio coordinador del Foro, José Ignacio Fernández del Castro, que, como siempre, facilitará a las personas participantes un dossier con documentación sobre el tema abordado (incluyendo el guión de la sesión, recomendaciones bibliográficas y cinematográficas, e informaciones de interés) y contará con las aportaciones de miembros de la Organización No Gubernamental para el Desarrollo LATE Asturias (Los Amigos de Thionck Essyl), que trasladarán su punto de vista sobre el tema a partir de las vivencias de otras realidades africanas como la de la comunidad rural que les da nombre, situada en el suroeste de Senegal (en el Distrito de Tendouck, del Departamento de Bignona en la región de Ziguinchor)... Tras las intervenciones (e, incluso, durante las mismas) habrá un debate general entre todas las personas presentes.
La sesión  (recordamos que, en relación con este Foro, que se conmemora críticamente el Día de África -25 de Mayo-, se ha proyectado ya, el miércoles, 21 de Mayo, en el Cine-Forum “Imágenes para pensar”, la película Tsotsi, 2005, de Gavin Hood) tendrá lugar en el Aula 3 (Segunda Planta), con asistencia libre.

lunes, 12 de mayo de 2014

Pensamiento del Día, 12-5-2014



«¿Qué oscura fuerza, madre, o qué te determina?.
Algo hay, sin duda, cuando ya no oigo tu celeste gravedad.
No, y era un río tu cuerpo.
No, y la manzana de tus ojos.
Pregunto tocando los contornos,
la piel espesa de la noche
y si respondes no es tu voz, sino otra dura.
Nunca te he tenido mía, individual,
úsaliéndome tú del cuerpo, sino cóncava como una iglesia,
profunda como una nave,
madre como el mar.
Lloras y tus lágrimas caen como torres derribadas
una a una en Guernica, en Teruel,
en el Bajío de mi patria donde diariamente
un campesino cae o un maestro queda ciego.
Como tu llanto por la nieve sangrienta de Smolensk,
como en cada joven sin labios caídos sobre el hemisferio.
No recuerdo si rezabas y no sé, creo que no.
San Andrés de la Sierra era tu poesía
y desde ahí soñabas como hijos, un músico, un pintor…
No recuerdo si junto a mí, en la penumbra de una habitación,
rezabas algo; y no, no quiero recordarlo;
una vez caíste de rodillas. Me llevaban preso.
Levanta tu enorme rostro gigantesco
donde ha penetrado el mármol y crecen las flores.
Abre los huesos de tus ojos
donde cada ocho días penetra el agua de jardinero.
Estamos aquí compareciendo ante la luz.
Ya tus lágrimas triunfan.»
 
(José REVUELTAS SÁNCHEZ; Durango, México, 20 de noviembre de 1914 — Ciudad de México, 
14 de abril de 1976. “La cosecha”, escrito en Mayo de 1942 yrecopilado en la Tercera parte: Poemas de  
Las cenizas (Obra literaria póstuma), 1981 –incluido luego en el volumen independiente con toda su poesía  
El propósito ciego, 2009-.)
En último extremo los sueños de la humanidad, como nuestros propios sueños, nunca triunfan porque siempre apuntan un horizonte, algo que está necesariamente más allá, un poco más allá... Porque ante los sueños venturosos, aquellos que alientan el bien común, la búsqueda de una emancipación universal, nuestros logros personales y colectivos languidecen inevitablemente, se marchitan, palidecen... Y nos provocan más desencanto que entusiasmo.
Por eso la única verdad, la única verdadera redención, la única esperanza redentora, está en las lágrimas vertidas por quienes nos precedieron en la lucha por los sueños de la humanidad ante los incesantes desastres de este mundo... Porque esas lágrimas (como nuestras propias lágrimas para las generaciones venideras) son el alimento de las resistencias ante el oprobio permanente (el de ayer, el de hoy, el de mañana), el estímulo para la voz disidente ante ante el discurso legitimador del amo (que llena de palabras mercenarias cada página de los medios de comunicación, se proyecta en porras y togas en las calles y los tribunales).
En cada resistencia ante la barbarie y en cada disidencia ante la legitimación de una desigualdad injusta, más allá de los resultados concretos, estamos realizando el triunfo de las lágrimas de quienes nos precedieron.
Y es un consuelo.
Nacho Fernández del Castro, 12 de Mayo de 2014

domingo, 11 de mayo de 2014

Pensamiento del Día, 11-5-2014



«Me asomé al ventanal que daba a la calle: ahí estaban todas las bacterias humanas, creyéndose únicas: parejas de enamorados, mujeres encintas, hombres solitarios, niños camino de la escuela, viejos, jóvenes, seres que se creían completos e inmutables, pero con sus construcciones vitales siempre a medio acabar, sus caudales desaprovechados, y sus trueques inesperados a la vuelta de la esquina.»
(Mercedes SALISACHS ROVIRALTA; Barcelona, 18 de septiembre de 1916 - 8 de mayo de 2014. 
 Lolita, asqueada de su entrorno, de su propia descendencia y del mundo, en Bacteria mutante, 1996.)
Se apaga una de las voces más longevas de la literatura universal (publica la primera novela que asume como propia en 1955, Primera mañana, última mañana, que había sido precedida por algunos textos en los años cuarenta despreciados luego por la autora, y todavía en 2013 aparecería El caudal de las noches vacías), nacida en el seno de la burguesía más acomodada y bienpensante barcelonesa, pero siempre dispuesta a bucear en las indignidades de su propia casta, tan frívola como incongruente en ese retrato que va de su Premio Planeta (La gangrena, 1975) a Bacteria mutante... Veinte años en su pluma que la moverán por monarquías decadentes, torpes repúblicas, inhumanas guerras civiles y mundiales, grises dictaduras... Hasta completar un fresco pintado desde la introspección analítica capaz de captar ambientes sociales diversos en sus juegos de ambigüedades y soberbias, de codicias y proezas entre las que con frecuencia se cuelan la silente conciencia de pecado aplastada por una avaricia sin límites.
Mercedes Salisach era, sí, mujer de orden, buena burguesa, católica de bien y articulista del diario ABC, pero siempre mostró una curiosa aptitud y una voluntariosa actitud para la precisa disección de las decadencias anímicas que caracterizaron el devenir histórico de los suyos... Y lo hace en un tono levemente poético capaz de insertar incluso el descarnado discurso naturalista sobre el asco que sus personajes pueden llegar a sentir por su entorno y la propia sangre y, a través en ellos, por la humanidad entera en el hálito de la más profunda, auténtica y bienintencionada reflexión sobre la misma esencia del ser humano.
Y, aunque sea evidente que mirar el mundo a través de un ventanal lo deforma, convirtiendo los juegos de la perspectiva y la luz  en desmesuras de la mirada que infravalora o supravalora el todo por la parte, el reflejo indeleble de tales visiones es necesario, imprescindible... Porque también nos sirve para movernos con más pericia en el mundo mismo, en el todo.
Nacho Fernández del Castro, 11 de Mayo de 2014

sábado, 10 de mayo de 2014

Pensamiento del Día, 10-5-2014



«Como el ataque de los marxistas era muy violento—le dice a María Josefina Tejera—, la reacción guardaba silencio, esperando que yo fuera a entregarme, puesto que me estaban considerando como suyo. Pero para mostrar que se confundían y evitar equívocos, retiré mis obras de la circulación [se refiere sobre todo a Los días terrenales, 1949, que recibiera virulentos ataques del “estalinismo oficial” iniciados por Pablo Neruda]. No abdiqué. El propósito que me hice fue el de estudiarme a mí mismo, lo cual me resultó muy bueno, porque me volví más antiestalinista y más antidogmático.»
 

(José REVUELTAS SÁNCHEZ; Durango, México, 20 de noviembre de 1914 — Ciudad de México, 14 de abril de 1976. En Conversaciones con José Revueltas, compiladas por Andrea Revueltas y Philippe Cheron, 2001.)

Hoy, ya lejanos los “desaires oficiales” a los intelectuales más íntegros qie denunciaron tempranamente el dogmatismo estalinista y los horrores que tras él se ocultaban, pueden parecer estas historias de abuelitos que, en su refinamiento cultural, jugaban a ver quién se mostraba más cáusticamente crítico o brillantemente lúcido.

Pero no, el caso es mientras unos (como el gran Pablo Neruda) repartían bulas y sentenciaban aislamientos desde la estricta ortodoxia estaliniana, otros, como el benemérito José Revueltas, habían de luchar con denuedo por mantener su integridad ético-política, proyectar una visión crítica del mundo al servicio de la verdad y evitar que su obra fuera objeto de usos torticeros desde intereses reaccionarios.

Evidentemente, no es lícito hacer una revisión del valor literario (o estético en general) de una obra a partir del talante o actitud ético-política de su autor (entre otras cosas porque sobran los ejemplos de personajes de más que dudosa catadura moral capaces de producir obras excelsas que engrandecen loa Humanidad tanto como los seres de dignidad personal y voluntad solidaria irreprochables que apenas si fueron capaces de alumbrar obras muy menores, hasta el punto de convertir la propia biografía en su aportación más  valiosa para las generaciones futuras)... Pero no menos ilegítima es la sacralización personal fundada en la grandeza de una producción artística (y, desde luego, ésta puede resultar, como todo “culto a la personalidad”, mucho más peligrosa socialmente por sus inevitables derivaciones caudillistas y sectarias).

Así que, sin negar la hermosura estética y las inconmensurabilidades comparativas que de ella se derivan, conviene mucho, si aún nos queda algún aliento para dedicar a la búsqueda de un mundo mejor, más justo, donde ningún ser humano pueda encontrar a cada paso obstáculos insuperables para desarrollar su vida, no tergiversar la historia y saber de cada cuál que hizo y que no hizo, dónde y con quién estuvo, cómo y para quién trabajó... Porque la dignidad ética y política de las personas nunca está en los bibliografías ni colgando de las paredes de una pinacoteca.
Nacho Fernández del Castro, 10 de Mayo de 2014