miércoles, 30 de octubre de 2013

Pensamiento del Día, 30-20-2013



«Ustedes saben que los hombres no padecen con las cosas a las que se acostumbran.»
 



 (Niccolò di Bernardo dei MACHIAVELLI; San Casciano in Val di Pesa, República de Florencia, 
3 de mayo de 1469 – Firenze, 21 de junio de 1527. Dell'arte della guerra, Libro Segundo –El arte de la guerra-, 1521 -1999, por ejemplo, para una edición en castellano-.)



No, si ya lo decía Maquiavelo hace casi medio milenio... En eso consiste el llamado “buen gobierno”, en que la gente se vaya acostumbrando a cuanto favorece los intereses particulares de los económicamente poderosos... Porque, así, la costumbre le ahorrará muchos pesares y padecimientos.



Si nos vamos acostumbrando a la precarización de la vida, acabaremos tolerando sin mayor encono hasta que venga por aquí un político holandés (con “certificación de calidad” –léase cargo- europea) a decirnos aquello que cantaba, allá por 1985, Alberto Comesaña con los Semen Up: “lo estás haciendo muy bien, muy bien”...



O sea que muy bien con la forma con la que nos hemos tragado las grandes reformas liberalizadoras (de mercados, claro, no se vaya usted a creer)... Y muy bien con la forma en que nos hemos chupado más horas de curro por menos dinero... Muy bien porque ya casi somos la colectividad más productiva del mundo mundial y, además, lo precario ya nos parece lo más natural del susodicho universo todo.



Pero la cosa no podía ser tan fácil (que estamos en crisis, oiga) y ya ha dicho el ínclito europeísta a sueldo que, aunque eso (para evitar que lo persiguiesen a pedradas) nunca se atrevería a decirlo en su país, debemos seguir profundizando, ¡todo sea por la competitividad!, en lo de trabajar más por menos y con menos derechos sociales (que somos unos gastizos que nos ponemos malitos por nada y para colmo hasta queremos que la educación pública sea de calidad, ¡con lo carísimo que todo eso sale!)...



En fin, que quiere que terminemos la cancióncita de marras completa: “...pero cariño no pares, tú sigue y no hables,/ que Dios te lo pague que lo haces muy bien;/ y mientras yo me concentro,/ chúpala más adentro,/ que ya llega el momento y lo has hecho muy bien”.



Para mí que, émulo del holandés errante, tan buen consejero andaba por Vigo en los ochenta y allí encontró la inspiración.



A ver si alguien cierra fuerte la boca.



Nacho Fernández del Castro, 30 de Octubre de 2013

martes, 29 de octubre de 2013

Pensamiento del Día, 29-10-2013



«¿Nadie se ha dado cuenta todavía de que los dioses siempre dicen lo que la gente está queriendo oír?




(Orson Scott CARD; Richland, Washington, Estados Unidos, 24 de agosto de 1951. Pregunta de Jane a Ender en Xenocide, Saga de Ender 3 –Ender el Xenocida-, 1991 –también para la primera edición en castellano-.)



A la Conferencia Episcopal Española su dios, uno y trino,  le ha dictado, aprovechando que hasta los dictadores caducan, el texto de un Concordato... Y ahora lo invocan para imponer la oferta obligatoria de las últimas noticias de sus Santísima Trinidad hasta en las enseñanzas no obligatorias (o sea, en la Educación Infantil y en el Bachillerato). Y al grupo popular en el Senado o al Ministro Wert les parece bien.



Seis mineros han muerto en Pola de Gordón sin que ni dios se acordase de su (mala) suerte... Y quienes los han vejado, menoscabado, insultado y hostigado desde el poder acuden prestos ahora (como buenos patrones al estilo de “La Planta 14” de Víctor Manuel) para presentar a las familias sus condolencias y encomendar el alma de los muertos a sus dioses... Y a todos los gobernadores, alcaldes e ingenieros o al Ministro Soria les parece bien...



Parece que a todas las personas fieles les parece bien lo que dicen sus dioses, precisamente porque sus dioses dicen siempre, curiosamente, lo que esas personas quieren oír, lo que legitima sus intereses nada celestiales (de hecho, muy terrenales).



Así que a esas buenas gentes fieles (y con poder, real o interpuesto) las palabras de sus dioses les parecen siempre oportunas y atinadas... Por eso se apresuran a convertirlas en ley humana que obligue universalmente.



Para que el reino de su díos sí sea de este mundo... Y coincida con el suyo propio (como en el propio caso de Orson Scott Card, un mormón convencido).



Nacho Fernández del Castro, 29 de Octubre de 2013

lunes, 28 de octubre de 2013

Pensamiento del Día, 28-10-2013



«Yes I'm Mother Nature's son.
And I'm the only one:
I do what I want and I want what I see.
Could only happen to me.
I'm so free...
I'm so free...
Oh please, Saint Germaine...
I have come this way.
Do you remember the shape I was in?,
I had horns and fins.
I'm so free...
I'm so free...
Do you remember the silver walks?,
You used to shiver and I used to talk.
Then we went down to Times Square
And ever since I've been hanging around there.
I'm so free...
I'm so free...»
«Sí, soy hijo de la madre naturaleza.
Y soy el único:
hago lo que quiero y quiero lo que veo.
Solo me puede pasar a mí.
Soy tan libre...
Soy tan libre...
Oh, por favor, Saint Germaine...
Vine hasta aquí.
¡Te acuerdas del estado en el que estaba?,
tenía cuernos y aletas.
Soy tan libre...
Soy tan libre...
¿Recuerdas los paseos plateados?,
Tú temblabas y yo hablaba.
Después bajamos a Times Square,
Y desde entonces estoy dando vueltas por allí.
Soy tan libre...
Soy tan libre...»

 (Lewis Allen, Lou, REED; Freeport, Long Island, New York, Estados Unidos, 2 de marzo de 1942 – 

27 de octubre de 2013. “I’m so free” –“Soy tan libre”-, corte 5 de la Cara B del álbum Transformer, 1972.)

El padre (o, al menos, un genitor muy relevante) del rock alternativo y experimental, desde los tiempos compartidos con John Cale, Nico, Moe Tucker, Doug Yule y Sterling Morrison en esa The Velvet Underground (bendecida por Andy Warhol), que coquetease con el glam ya desde su segundo disco en solitario, Transformer (1972), y encontrase una cierta serenidad vital postrera al lado de la polifacética minimalista Laurie Anderson (proyecto de vida común que derivaba hacia proyectos artísticos compartidos tan curiosos, y new age, como conciertos urbanos con sonidos tan altos -por encima de los 20.000 Hz o vibraciones por segundo- que sólo eran audibles para los perros, pero no para los humanos), ha muerto... Y ya es milagroso que su hígado, despues de tantos excesos de todo tipo y tantos contactos con el lado oscuro de todas las cosas, haya aguantado (aunque fuera con algún intento de restauración) setenta y un años.
O sea, que, contra el consejo del entorno de Nicholas Ray (que no de James Dean, pues, pese a la creencia extendida, “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” es una parte de los diálogos, responsabilidad de John Monks Jr. y Daniel Taradash, adaptando la novela homónima escrita por Willard Motley en 1947, en su película Knock on any doorLlamad a cualquier puerta-, de 1949), Lou Reed vivió muy rápido (y de forma muy radical en sus visitas a los más diversos abismos), pero no murió tan joven... Y, pese a todo, se ha convertido en un cadáver, si no bonito, sí indudablemente exquisito... El de la obra magna de un artista capaz de reinventarse para renovar panoramas, de salir continuamente de las sombras para, cual benemérito zombi, arrojar al mundo una luz llena de matices y aristas, sin complacencias ni trampas, con la ironía suficiente para reírse de sus ansias vanas (metafísicas) de libertad, de sus propios paseos por el lado salvaje.
Todo un ejemplo en esta creciente sociedad del espectáculo y la impostura que, tanto y desde hace tanto tiempo, él denunciara...
Nacho Fernández del Castro, 28 de Octubre de 2013

domingo, 27 de octubre de 2013

Pensamiento del Día, 27-10-2013



«Hegoak ebaki banizkio
nerea izango zen,
ez zuen aldegingo.
Bainan, honela
ez zen gehiago txoria izango
eta nik...
txoria nuen maite.»
« Si le hubiera cortado las alas
habría sido mío,
no habría escapado.
Pero así,
habría dejado de ser pájaro.
Y yo...,
yo lo que amaba era un pájaro.»
(Mikel LABOA MANCISIDOR; Donostia, Euskadi, 15 de junio de 1934 - 1 de diciembre de 2008.  
Letra de Txoria txori” –“El pájaro (es) pájaro”-, corte 14 del doble álbum Bat-Hiru –Uno y tres-, 1974.)
Libertad, democracia, igualdad, participación, solidaridad, justicia, dignidad, cooperación, equidad... Son bellas palabras, ideas, valores en plemo vuelo que, con frecuencia, cuando son aprehendidos (o sea, cuando el ser humano intenta concretarlos prácticamente en la sociedad) pierden esa capacidad etérea de volar.
Y es que sabemos que esas ideas o valores, por mucho que se empeñe cierto sector de la casta política (y de la ciudadanía) más bien pensante, no son unívocos, sino equívocos... Se despliegan en una pluralidad de sentidos (con consecuencias prácticas) que llegan a ser incompatibles e incluso contradictorios entre sí.
Ásí, por ejemplo, la libertad que simboliza Mikel Laboa en el pájaro de su emblemático poema, muy próxima a lo que yo pueda pensar (o sea, a la capacidad para volar libre, minimizando las ataduras y los daños en las alas, lo que implica una concepción universalista que debe ser conjugada con las aportaciones de la igualdad y de la solidaridad), resulta francamente incompatible (y aún contradictoria) con la idea neoliberal de libertad, articulada básicamente como libertad de mercado (dejando así fuera de su ámbito a todos los que no puedan acceder a ese nuevo recinto sagrado regido por la famosa mano oscura).
Por eso no tiene mucho sentido (racional, filosófico, ciudadano) el vano intento de hacer una Educación para la Ciudadanía (o en Valores) sin un claro enfoque dialéctico y polémico (que resultaría imposible desarrollar desde las restricciones espacio-temporales una o dos horas semanales en un aula al uso)... Y, de hecho, en tales condiciones cualquier intento de “jugar en el campo de la moral” acabaría por convertirse necesariamente en mero adoctrinamiento o simple conversión de reivindicaciones y movimientos sociales vivos en aséptica (e inerte) materia de currículum escolar.
La realidad es compleja (por mucho que traten de simplificarlas las ruedas de prensa de los políticos y políticas al uso) y practicar en ella la libertad, la justicia, la igualdad, la democracia, la solidaridad, la cooperación o la dignidad también lo es... O lo es aún más.
Porque siempre habrá alguien dispuesto a cortarnos las alas, porque no quiere una ciudadanía que vuele, sino súbditos sumisos en una jaula más o menos cómoda.
Nacho Fernández del Castro, 27 de Octubre de 2013