«Eurídice órfica, vieja amiga del cielo y de la tierra, abre el libro
secreto, la tinta está en tus manos, y comienza a cantar aquella saga con la
voz que cantaba esa canción perdida. Porque habías dejado ya toda esperanza...»
(María Rosa
LOJO; Buenos Aires, Argentina, 1954. Canción perdida en Buenos Aires al Oeste, 1987.)
Volver a lo primigenio, a la mezcla alegre de lo cercano,
a la amistad desinteresada y solidaria,
a las estructuras mínimas capaces de acoger lo común sin prebendas personales...
Ese es el reto en estos tiempos de crisis
míticas y quiebra de las viejas
utopías.
Al fin y al cabo, la tinta está
en nuestras manos para reescribir esa canción perdida que recupere el anhelo
del mañana... Y cantarla con la voz oscura y la sombría entonación de la esperanza marchita.
Nacho Fernández del Castro, 31 de
Julio de 2012