lunes, 30 de abril de 2012

Pensamiento del Día, 30-4-2012


«...Porque es un hecho bien establecido
Que el presente no existe
Sino en la medida en que se hace pasado
Y ya pasó...
Como la juventud.
En resumidas cuentas
Sólo nos va quedando el mañana.
Yo levanto mi copa
Por ese día que no llega nunca
Pero que es lo único
De lo que realmente disponemos
 
 (Nicanor PARRA SANDOVAL; San Fabián, Ñuble, Chile, 5 de septiembre de 1914. 
 Final del poema “Último brindis” en Canciones rusas, 1967.)
El tiempo humano es un continuo caprichoso... Vivimos un presente determinado por un ayer que ya, inevitablemente, no existe, que se difumina entre la añoranza de quienes piensan que “todo tiempo pasado fue mejor” y la altanera confianza en el progreso de quienes afirman que “hay que conocer el pasado precisamente para evitar caer en los mismos errores”...
Pero el presente sólo se manifiesta como tal cuando, paradójicamente, deja de serlo, cuando ha “pasado”. Es, de hecho, el instante inaprensible que se sitúa entre el recuerdo y el proyecto, entre la memoria y la imaginación, entre la nostalgia y la esperanza...
Y el futuro no existe, porque nunca llega. El mañana es ese tiempo que está siempre por-venir y que, según nuestro estado de ánimo, esperamos con temor,  ansiedad o calma. Y, pese a todo, por encima de todo, es el único refugio posible para nuestra voluntad de ser y de estar, justo porque, como nunca llega, en él son todavía posibles todos los cambios.
Nacho Fernández del Castro, 30 de Abril de 2012

domingo, 29 de abril de 2012

Pensamiento del Día, 29-4-2012


«Ante nosotros, tenemos en efecto lo nunca visto: la explosión científica y la ruina del hombre. Tal es la nueva barbarie, que no es seguro esta vez que pueda ser superada.»
 
 (Michel HENRY; Haiphong, Vietnam, 10 de enero de 1922- Albi, Francia, 3 de julio de 2002. 
La barbarie, 1987.)
Sí, Ortega lo había dicho cuarenta años antes, el ser humano contemporáneo, reducido a lo técnico, no va más allá de la “barbarie especializada”. Pero Michel Henry nos sitúa ante varios matices interesantes... En primer lugar, al hablar de “explosión científica” sitúa la fragmentación del saber que permite el rápido desarrollo del conocimiento científico concreto ante la paradoja de su paralela pérdida de visión del conjunto de la realidad. En segundo lugar, esa pérdida de horizonte del mundo humano se convierte en una inevitable condena a la barbarie porque rompe todo lazo con el problema del qué hacer más allá del propio campo de estudio. Y, por último, esa nueva barbarie, al dejar el control de conocimientos sin precedentes en manos de intereses egoístas, ligados a la gran industria, nos lleva directamente a situaciones (ecológicas, sociales, económicas, existenciales) de difícil reversibilidad.
Tras la proletarización de la ciencia y la tecnología, su producción de conocimiento queda directamente en manos de quienes, amos del mundo, persiguen el propio beneficio constante, creciente e inmediato, y articulan un sistema político de representación (propia) que garantice la primacía de sus intereses... Evidentemente, entre ellos no está el propio conocimiento como contribución a la mejora de la comprensión universal de la realidad, ni el aumento general del bienestar de los seres humanos, ni siquiera la viabilidad futura del propio planeta...
Nacho Fernández del Castro, 29 de Abril de 2012

sábado, 28 de abril de 2012

Pensamiento del Día, 28-4-2012


«Ella es ese barco. Forma parte de esos despojos tirados en la costanera hasta tal punto que uno no consigue saber dónde terminan éstos y dónde comienza ella.»
 (Álvaro MUTIS JARAMILLO; Cundinamarca, Bogotá, Colombia, 25 de agosto de 1923.  
Ilona llega con la lluvia, 1987.)
Vivir es, en buena medida, fundirse con los despojos que a uno le van creciendo alrededor... Las cosas proyectan su valor de uso, precisamente, en ese desgaste que da cuenta de su utilidad, de su unión, ya indisoluble, con la esencia de quien las ha usado. Por eso el valor que damos a “nuestras cosas” nada tiene que ver con el valor de cambio, con su precio (ya lo decía Machado: “todo necio confunde valor y precio”), pues acaban por formar parte de nosotros mismos: son esa prolongación necesaria que suple las limitaciones y debilidades de nuestro cuerpo, el fuego que Prometeo robó en el Olimpo para suplir las carencias de los seres humanos.
¿De y para qué sirve un procesador sin sus periféricos?... De y para lo mismo que un labrador sin su azada, que una ciclista sin su bicicleta, que un barrendero sin su escoba, que una intelectual sin sus libros, y, en general, que una persona sin las cosas que le permiten desarrollar su existencia. De y para nada.
Al final, los límites entre uno y “sus cosas” se difuminan tanto que nuestro yo acaba siendo reconocido y reconocible, precisamente, por y en ellas: el tipo de objetos que utilizamos para expresarnos, el tipo de ropa que usamos para vestirnos, el tipo de comida con la que nos gusta alimentarnos, el tipo de lugares que queremos visitar, los espacios en los que nos sentimos a gusto,... Al final, ¿somo, ante el mundo, algo más que todo eso?.
Nacho Fernández del Castro, 28 de Abril de 2012

viernes, 27 de abril de 2012

Pensamiento del Día, 27-4-2012


«Una brisa de tierra húmeda viene a ramalazos desde el este, donde nubarrones oscuros son sajados por el filo del horizonte. Nubarrones de lluvia, nubarrones de esperanza y miedo que asedian siempre a esta Villa; vecina por igual de la brisa húmeda procedente de la costa; de los barcos sin luces ni bandera que atracan sigilosos para intercambiar aperos ingleses y lienzos flamencos, por salazones y tabaco de la tierra, comercio tan prohibido como fructífero, y de los otros barcos: los de bandera negra y negras intenciones que zarpan desde la vecina Isla de la Tortugas.»
 (Luís Manuel GARCÍA MÉNDEZ; La Habana, Cuba, 1954. El restaurador de almas, 2002.)
Vivimos tiempos llenos de nubes tan cargadas de miedo tormentoso como ansiosas por depositar en la brisa alguna mínima esperanza de primavera... Los mercaderes turbios y los piratas sombríos acechan por doquier (en cada esquina ocupada por un banco, en cada avenida sembrada de acristalados edificios donde se realizan negocios opacos) y hacen de lo público, de lo que es de todos, su botín predilecto. Por eso son hoy, aquí y ahora, precisos nuevos símbolos que nos unan en la solidaria defensa de lo que es común, que nos permitan comunicar mejor esa necesidad, esa urgencia, en medio de tanta sumisión aprendida... Que proyecten el mensaje de la razón resistente más allá de cualquier frontera geográfica, generacional o mediática...
De ahí el éxito de Superpública como signo de la defensa unitaria de lo público, de lo ajeno a la voluntad de negocio, de lo que prima el beneficio social sobre el monetario: no es nada sin todos y ha demostrado un único y enorme poder: el de convocatoria.
Nacho Fernández del Castro, 27 de Abril de 2012

jueves, 26 de abril de 2012

Pensamiento del Día, 26-4-2012


«Fue decepcionante encontrarme con Izar Bajo a mis pies. Era como despertar de un bello sueño con dolor de muelas, porque el lugar era triste, deprimente, como si jamás hubiera sentido sobre él la caricia del sol.»
(Lucía BAQUEDANO AZCONA; Pamplona, Navarra, 18 de diciembre de 1938. El pueblo sombrío, 2002.)
Los lugares de la memoria siempre son engañosos (especialmente, cuando la memoria es de la infancia)... Al final, siempre resultan más pequeños, menos luminosos, menos abiertos, más tristes.
No es ello razón, en cualquier caso, para que dejen de ser entrañables, para que dejemos de sentirlos como propios... Al igual que las experiencias duras forjan nuestro carácter, los rincones sombríos, por mucho que frustren nuestro recuerdo, forman parte indisoluble de nuestra esencia, de nuestra forma de enfrentarnos al mundo.
Comprobar que lo que creíamos excelso es mediocre, que lo que recordábamos maravilloso es vulgar, que lo que teníamos por cálido es casi gélido, nos hace valorar el presente y luchar por el futuro. Es, en suma, una clave para la resistencia a la tentación del “todo tiempo pasado fue mejor”: una verdadera invitación al decidido afán de lucha desde la voluntad de que en cada instante empiece todo porque, pese a tantas trabas y oprobios actuales, mañana todo es posible.
Nacho Fernández del Castro, 26 de Abril de 2012

miércoles, 25 de abril de 2012

Pensamiento del Día, 25-4-2012


«En lo que no pensó jamás el doctor Alegre fue en los estragos que
Stanley Black y su versión de Siboney estaban haciendo en su hijo, 
allá arriba, en su dormitorio. Con los primeros compases, Carlitos 
había sentido algo sumamente extraño y conmovedor, explosivo y 
agradabilísimo, la sensación católica de un misterio gozoso, quizás, 
aunque la verdad es que demasiado cálida y veraniega como para 
ser tan católica. Y además a Carlitos se le cayó el rosario, pero ni 
cuenta se dio, o sea, el colmo en él. Y con mayor intensidad aún 
sintió la palabra fiesta vagando perdida por el jardín florido e 
iluminado que imaginaba allá afuera, esperando la alegría de los 
invitados de sus padres, bronceados, profesionales, cultos, viajeros, 
discretos y sumamente simpáticos, casi siempre. Siboney ya había 
terminado, pero él continuaba sintiendo algo demoledor, tirado ahí 
en su cama, ignorando siempre que lo suyo tenía que ver mucho más 
con el ardor de estío que con el fervor de la iglesia parroquial de San 
Felipe. Y sólo atinó a rascarse la cabeza al ver exacta la puerta de 
calle que no había logrado cerrar y, entrando por ella, ella.»
 
 (Alfredo BRYCE ECHENIQUE; Lima, Perú, 19 de febrero de 1939. Fragmento del “Capítulo Primero”
 de El huerto de mi amada, 2002.)
Superada, acaso, la fe en cualquier ente supramundano; desvaída, tal vez, la voluntad de vivencia religiosa; distraída, quizá, la atención de todo dogma; separada ya, probablemente, la actitud del culto a la personalidad, podremos, sin duda, percibir nuestros propios paraísos (terrenales), sentir nuestros propios placeres (mundanos), luchar por nuestros propios anhelos (posibles)... Y, desde luego, podremos hacer todo ello desacralizando símbolos; reconfigurando su sintaxis, su semántica y, sobre todo, su pragmática para hacerlos nuestros, para  “colectivizarlos” de otros modos, para hacerlos, simplemente, signo de retos comunes y necesarios con independencia de su origen y condición. ¿No es acaso la paloma, esa especie de rata voladora, el símbolo de la paz?, ¿alguien le ha preguntado a los gusanos si están de acuerdo?.
Liberados a cualquier representación personalizada, los símbolos deben ser utilizados con libertad como expresión de lo que nos es común, de lo que puede ser capaz de aglutinarnos, de lo que nos mueve en aras de una lucha compartida, de la defensa de unos derechos... O de la alegría, también compartida, de una fiesta mecida por los cálidos acordes de Siboney. Porque no hay que tener miedo tampoco a frivolizarlos.
Nacho Fernández del Castro, 25 de Abril de 2012